El Optimo de Pareto se basa en criterios de utilidad: si algo genera o produce provecho, comodidad, fruto o interés sin perjudicar a otro, despertará un proceso natural de optimizan que permitirá alcanzar un punto óptimo.
Utilizando
el análisis de las curvas de indiferencia la solución que encontró Pareto
puede parecer simple, pero es de enorme profundidad: la
máxima prosperidad común se obtiene cuando ninguna persona puede aumentar su
bienestar en un intercambio sin perjudicar a otra. Basta, por
lo tanto, que exista una posibilidad de intercambio en que dos personas ganen
para demostrar que ése no es el punto de máxima utilidad que se podría
alcanzar.
En términos gráficos, esto implica desplazarse del punto W, al
punto E o F. Ambos son óptimos de Pareto, así como todos los puntos de
tangencia entre las curvas de indiferencia de A y B. Pero no son óptimos de
Pareto puntos como W o Z. La línea que une los infinitos óptimos de Pareto a lo
largo de la Caja de Edgeworth se conoce como Curva de contrato y representa los potenciales puntos de
intercambio que dependen de la dotación inicial.
Una vez
que se llega a ese punto en el cual para aumentar la ganancia de uno, el otro
debe perder, se ha alcanzado el óptimo paretiano; mientras no pase esto, la
sociedad todavía puede aumentar su bienestar.
El óptimo
de Pareto es una herramienta de trabajo que se emplea en los procesos de
negociación y en teoría de juegos porque ofrece, dentro de sus límites,
parámetros claros de decisión. Pero estos mismos límites son los que le hacen
recibir severos cuestionamientos por parte de economistas como Amartya Sen: y
es que el Optimo de Pareto no dice nada sobre la ética y la
justicia. Por eso que la tarea de una función de bienestar social con la
conjunción de ética y justicia distributiva está aún pendiente.
EJEMPLO DE DIAGRAMA DE PARETO
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